

Por: 7ma Medios
Uno de los efectos más conocidos de las ciruelas es la mejora del tránsito intestinal. Gracias a su combinación de fibras solubles e insolubles, este fruto seco regula la digestión, previene el estreñimiento y puede incluso reducir el riesgo de desarrollar hemorroides.
Además, sus polifenoles –compuestos naturales con efectos biológicos– no solo protegen las células del daño oxidativo, sino que también modulan la microbiota intestinal. Esto fortalece la inmunidad y reduce la inflamación sistémica, factores clave para la prevención de enfermedades crónicas.
La ciruela pasa también destaca por su capacidad para ayudar al cuerpo a eliminar toxinas. Su alto contenido de pectina, una fibra con propiedades gelificantes, contribuye a arrastrar metales pesados como el mercurio o el plomo y facilita su eliminación a través del sistema digestivo.
En el control del peso, la sensación de saciedad que provocan sus fibras puede ser un aliado para reducir la ingesta calórica total. A esto se suma el efecto antiadipogénico de sus antioxidantes, que limita la formación de tejido graso en el cuerpo.
Por último, su impacto positivo en la salud cardiovascular no pasa desapercibido. La pectina también interfiere en la absorción de grasas, ayudando a reducir los niveles de colesterol en sangre y a prevenir enfermedades como infartos y accidentes cerebrovasculares. Así, la ciruela pasa demuestra que lo pequeño, también puede ser poderoso.
Los frutos secos, como almendras, nueces, avellanas y pistachos, son una fuente concentrada de nutrientes esenciales. Aportan grasas saludables, especialmente ácidos grasos mono y poliinsaturados, que ayudan a reducir el colesterol “malo” (LDL) y protegen el sistema cardiovascular. También contienen vitamina E, un potente antioxidante que protege las células del estrés oxidativo.
Estos alimentos son ricos en proteínas vegetales y fibra, lo que favorece la saciedad y puede ayudar en el control del peso corporal. Además, la fibra mejora la digestión, regula el tránsito intestinal y contribuye a una microbiota intestinal equilibrada, clave para una buena salud inmunológica.
Por su parte, los minerales presentes en los frutos secos –como magnesio, zinc y selenio– participan en funciones esenciales como la regulación del metabolismo, la formación ósea y la actividad neuromuscular. Incorporarlos en cantidades moderadas a la dieta diaria puede marcar una gran diferencia en la prevención de enfermedades crónicas y en la mejora del bienestar general.