

Por: 7ma Medios
En la tarde del sábado, en una habitación del Instituto Fleni, se apagó la vida de Brígida Malacrida de Arcuri, una mujer que transformó San Vicente desde la gestión pública, pero también desde el afecto y la cercanía. Fue intendenta entre 1995 y 2007, y su nombre se convirtió en sinónimo de compromiso y servicio. Tenía 78 años.
El domingo por la tarde, una multitud se acercó al Cementerio Parque para participar de la misa de exequias y darle el último adiós. Entre los presentes estuvieron el ex presidente Eduardo Duhalde, su esposa Hilda "Chiche" Duhalde, el actual intendente Nicolás Mantegazza, el ex jefe comunal Mauricio Gómez y numerosos dirigentes peronistas.
Brígida había nacido en 1947 en Polpenazze, Italia, y llegó a la Argentina con apenas cuatro años, huyendo de la posguerra. Se formó como docente y dedicó treinta años a la enseñanza antes de volcarse a la política. En 1995, se convirtió en la primera mujer electa como intendenta de San Vicente, con el 85% de los votos. Su gestión dejó obras clave: la llegada del tren eléctrico, la expansión de los servicios básicos y la recuperación de espacios históricos, como la quinta de Juan Domingo Perón.
“Dios me puso en el lugar justo”, decía ella. Pero quienes la conocieron sabían que su impronta iba mucho más allá de la fe: era trabajo incansable, sensibilidad social y convicción profunda. Gobernó con austeridad, sin deudas, y con la premisa de estar siempre al servicio del otro.
Paolo Raddavero, presidente del Honorable Concejo Deliberante, recordó su calidez y su coherencia: “En mi casa, Brígida era palabra santa. Ocupar un espacio de poder no la cambió como persona. Desde su sencillez y amabilidad construyó esa imagen que aún perdura”. También evocó un encuentro personal con ella, en 2008, cuando le ofreció ayuda incondicional tras la muerte de su madre. “Nunca más la volví a ver. QEPD, Brishi querida”, concluyó.
Por su parte, el intendente Nicolás Mantegazza expresó su pesar: “Con mucho dolor lamentamos el fallecimiento de Brígida Malacrida de Arcuri, vecina histórica de nuestro pueblo. Acompañamos a su familia en este momento y les enviamos nuestras condolencias”.
Brígida había elegido alejarse de la política en 2007. “Todos tenemos etapas en la vida”, decía con humildad, al pasarle la posta a nuevas generaciones. Hasta sus últimos días mantuvo una mirada esperanzada, aunque crítica, sobre el rumbo del distrito.
La niña que llegó en un barco escapando de la guerra se convirtió en una figura irreemplazable de San Vicente. Su legado no está solo en las obras, sino en la forma de ejercer el poder: con cercanía, respeto y escucha. Su historia ya es parte de la historia grande del pueblo que eligió como propio.