

Por: 7ma Medios
En un contexto donde la salud pública y la tenencia responsable ganan protagonismo, el rol del veterinario se vuelve cada vez más integral y estratégico.
La presencia de animales de compañía en los hogares argentinos ha transformado la relación entre profesionales y familias. Según la Asociación de Veterinarios Especializados en Animales de Compañía de Argentina (AVEACA), el 75 % de las familias convive con al menos un perro o gato.
“Hoy tener un animal de compañía es una responsabilidad. El veterinario debe guiar esa convivencia para que sea saludable para todos”, señala la Dra. Silvina Muñiz, presidenta de AVEACA.
Además de prevenir y tratar enfermedades, los veterinarios educan sobre zoonosis como la rabia o la leptospirosis, y promueven controles periódicos que benefician a toda la familia.
La práctica veterinaria actual exige conocimiento técnico, pero también empatía y sensibilidad. Para el Dr. Juan Manuel Bellendier, vicepresidente de la Asociación Argentina de Medicina Felina (AAMeFe), el desafío está en responder a las expectativas de los tutores, que hoy ven a sus animales como miembros de la familia.
“Eso exige una atención más integral y una mejor comunicación con quienes los cuidan”, afirma Bellendier.
Las nuevas herramientas permiten detectar patologías en etapas tempranas, pero el criterio clínico sigue siendo insustituible.
“La tecnología ayuda, pero no reemplaza el pensamiento crítico ni la experiencia del veterinario”, subraya Bellendier.
La medicina veterinaria combina innovación diagnóstica con la capacidad de interpretar síntomas en pacientes que no pueden expresarse verbalmente.
En tambos y establecimientos rurales, el veterinario cumple un rol clave en la sanidad animal y la eficiencia productiva. Enfermedades como la mastitis generan pérdidas significativas y requieren planes sanitarios claros y equipos técnicos capacitados.
“El desafío es interpretar correctamente la información que brindan las nuevas tecnologías y trabajar en equipo para tomar decisiones acertadas”, destaca Roberto Albergucci, presidente de APROCAL.
La medicina veterinaria también actúa como barrera preventiva frente a enfermedades transmisibles a humanos. Aunque ha crecido la conciencia sobre estos cuidados, aún queda camino por recorrer para consolidar una tenencia responsable, con calendarios sanitarios cumplidos y controles regulares.
“El veterinario previene no solo por el bienestar animal, sino también para proteger a las personas”, sostiene Muñiz.
Detrás del ejercicio clínico hay una carga emocional significativa. La cercanía con los animales y sus tutores, las urgencias y las decisiones complejas convierten a la medicina veterinaria en una profesión que exige resiliencia y contención.
“Es clave que desde las facultades se forme también en bienestar profesional”, plantea Muñiz.
En clínicas urbanas, laboratorios, zonas rurales o centros de diagnóstico, los veterinarios argentinos se destacan por su formación académica, su compromiso ético y su vocación de servicio. Su trabajo fortalece los pilares de una salud integral, que conecta el bienestar animal con el humano y el ambiental.
FUENTE: NOTICIAS AMBIENTALES