

Por: 7ma Medios
El Granate escribió otra página dorada en el mítico Maracaná. Después de imponerse 1-0 en la ida, viajó a Río de Janeiro y consiguió un empate que valió como triunfo: 1-1 frente a Fluminense, resultado suficiente para meterse en semifinales de la Copa Sudamericana.
Agustín Canobbio abrió el marcador para el conjunto local con una chilena que igualaba la serie. Pero Lanús resistió y golpeó en el momento justo: Dylan Aquino, con apenas minutos en cancha, definió de aire para poner la igualdad que sentenció la clasificación.
“Es un orgullo enorme pasar en esta cancha y con nuestra gente acompañando”, afirmó Aquino, autor del gol que selló la serie.
El partido, sin embargo, quedó atravesado por los incidentes en las tribunas. Durante el entretiempo, la policía brasileña reprimió con gases y golpes a los simpatizantes granates. Los jugadores de Lanús se negaron a reanudar el encuentro hasta asegurarse de que sus familias estuvieran a salvo. La demora fue de más de media hora.
“No podíamos jugar mientras nuestros hinchas eran agredidos”, reconoció Carlos Izquierdoz, capitán de Lanús, en la zona mixta.
Con la clasificación, Lanús alcanzó por segunda vez consecutiva las semifinales del certamen. Ya sabe lo que es levantar este trofeo: lo consiguió en 2013 y fue finalista en 2020. Ahora espera por el ganador de Universidad de Chile y Alianza Lima.
El festejo en Brasil fue doble: deportivo y emocional. En el campo, el equipo de Mauricio Pellegrino mostró carácter para sobreponerse al golpe inicial y dar la estocada definitiva. En las tribunas, la gente de Lanús resistió un episodio lamentable que no opacó la hazaña deportiva.
El Granate volvió a escribir historia: eliminó a un gigante en su propia casa y puso su nombre entre los cuatro mejores de Sudamérica.