Por: 7ma Medios
Un estudio reciente del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) disparó alarmas sobre la calidad del agua en Buenos Aires. Según el último relevamiento, 66 municipios bonaerenses atraviesan niveles de arsénico que van desde la alerta amarilla hasta la roja, y 41 cabeceras de partido muestran valores que obligan a extremar precauciones.
Dentro del grupo más comprometido, 14 distritos presentan concentraciones superiores a los 50 ppb, nivel considerado crítico. En esas zonas, el agua no debería utilizarse ni para beber ni para cocinar.
Los testeos reunieron muestras tomadas durante el último año, pero también incluyeron registros de más de una década. El caso del partido de Balcarce es un ejemplo: en 2016 superó los 68 ppb y aunque hoy se ubica por debajo del límite nacional, mantiene otros indicadores que exigen atención.
La Fundación Aguas y el ITBA, responsables del proyecto «Mapa del Agua», detectaron irregularidades en 1.369 puntos del país. En Buenos Aires, distritos como Cañuelas, Ezeiza, Junín, Lobos, Navarro, Mercedes, Monte, Chivilcoy, Suipacha, Tres Arroyos y San Vicente figuran entre los más afectados.
Buena parte de estos lugares comparte un rasgo geográfico: se ubican sobre zonas con lagunas, acuíferos o grandes superficies sedimentarias.
“Las áreas geográficas más damnificadas son el corredor de la ruta 5 y las zonas cercanas a Mar del Plata”, afirmó Jorge Daniel Stripeikis, doctor en Química de la UBA y director del proyecto del ITBA.
Las cifras permiten dimensionar el fenómeno: cuatro millones de personas en Argentina podrían estar expuestas al arsénico a través del agua o de los alimentos preparados con ella.
El ITBA clasifica el agua según dos rangos:
10 a 50 ppb (nivel amarillo): requiere estudios complementarios para definir su impacto.
“El consumidor debe analizar si estos valores aumentan la posibilidad de desarrollar enfermedades”, sostiene el informe del ITBA.
Más de 50 ppb (nivel rojo): implica evitar el consumo de forma inmediata.
“No consumir para ingesta directa ni cocción de alimentos. Reemplazar por otra fuente segura”, advierte el documento técnico.
En este escenario, las empresas distribuidoras aseguran cumplir la normativa. AYSA comunicó que el agua en su área de concesión “cumple con los parámetros establecidos y no implica riesgo para la salud”.
El arsénico está presente de forma natural en la corteza terrestre y se filtra a las napas subterráneas desde hace millones de años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incluye entre las sustancias más peligrosas para la salud pública.
La intoxicación aguda es poco frecuente, pero extremadamente grave.
“La intoxicación aguda es generalmente mortal y termina en una falla multiorgánica”, advirtió Carlos Damin, presidente de Fundartox.
El verdadero problema es la exposición crónica, habitual en hogares que dependen de pozos:
“El ACRE se caracteriza por lesiones cutáneas, manchas oscuras y, en etapas avanzadas, cáncer de piel”, explicó Francisco Dadic, especialista en Toxicología.
Los efectos se extienden a todo el organismo: cáncer de pulmón y vejiga, alteraciones hepáticas, enfermedades cardiovasculares, neuropatías y fibrosis pulmonar.
El arsénico afecta principalmente a la llanura Chacopampeana —Buenos Aires, Córdoba, sur de Santa Fe y La Pampa—, aunque también alcanza a provincias del norte.
Stripeikis señaló que la vulnerabilidad aumenta en hogares con pozos particulares, donde no existen controles sistemáticos.
El ITBA ofrece análisis gratuitos y mantiene un mapa interactivo que permite consultar niveles por localidad y enviar muestras para evaluación.
El aumento de consultas llevó a analizar cuáles tecnologías resultan efectivas. Los filtros tradicionales, incluso aquellos basados en carbón activado, no eliminan arsénico.
“Para quitar el arsénico se requiere un procesamiento especial. No cualquier filtro convencional sirve”, explicó Dadic.
Las alternativas recomendadas por especialistas incluyen:
Ósmosis inversa: alcanza reducciones cercanas al 99,9%.
Resina selectiva basada en óxido de hierro: eficaz a nivel domiciliario.
Coagulación y filtración, alúmina activada, intercambio iónico y electrodiálisis: métodos más complejos y costosos para uso doméstico.
Argentina también desarrolla soluciones propias. Un equipo del CONICET logró reducir más del 50% de arsénico con carbón vegetal tratado químicamente, una opción accesible para comunidades vulnerables.
El arsénico no proviene de industrias actuales, sino de un fenómeno geológico que lleva miles de años. Por eso aparece en zonas rurales, periurbanas e incluso en localidades sin historial industrial. Su persistencia obliga a mantener controles regulares, reforzar análisis en pozos y garantizar acceso real a agua segura.